Lago Chad: la violencia ha afectado la salud mental de millones de personas
Published On: 17 de August de 2018 :: 1:42 pm

Lago Chad: la violencia ha afectado la salud mental de millones de personas

Lago Chad: la violencia ha afectado la salud mental de millones de personas

El conflicto violento se ha extendido a cuatro países, donde más de dos millones de personas han tenido que abandonar sus hogares. Vivir en medio de la violencia ha repercutido en su salud mental: trabajamos para aliviar también su sufrimiento psicológico.

Alrededor de 17 millones de personas viven en áreas afectadas por el conflicto violento entre los grupos armados no estatales y las fuerzas militares en la región del Lago Chad, que se ha extendido por Camerún, Chad, Níger y Nigeria. Más de 2,3 millones de personas han sido obligadas a abandonar sus hogares y actualmente siguen desplazadas.

El conflicto ha tenido un efecto particularmente dañino en la salud mental de las personas desplazadas y de quienes aún viven en medio de la violencia.

En Médicos Sin Fronteras hemos visto una necesidad creciente de apoyo de salud mental desde el comienzo del conflicto. Incluso en lugares donde la violencia ha disminuido, las consecuencias del desplazamiento, la desesperanza y la desesperación continúan afectando la vida de las personas y pueden provocar problemas crónicos de salud mental.

Una parte importante de nuestras actividades en la región buscan reducir el sufrimiento psicológico de las personas atrapadas en el conflicto del Lago Chad: muchas necesitan apoyo psicológico tras haber sufrido violencia, presenciado atrocidades o a causa de haber perdido a miembros de su familia.

Dependen de la ayuda humanitaria

En esta crisis, Nigeria se ha llevado la peor parte del conflicto. Casi ocho millones de personas que viven en el noreste del país dependen en gran medida de la ayuda para sobrevivir, incluyendo a 1,6 millones desplazados de sus hogares.

En las ciudades de Pulka y Gwoza, trabajamos sobre todo en campos de tránsito, donde ofrecemos primeros auxilios psicológicos a los recién llegados. Nuestros pacientes son, en su mayoría, mujeres cuyos maridos a menudo están desaparecidos. Estas mujeres no tienen más remedio que abandonar sus hogares con sus hijos para buscar seguridad y ayuda humanitaria.

Por su parte, sus maridos normalmente han sido asesinados, son sospechosos de pertenecer a grupos armados o están peleando con estos grupos. También estamos atendiendo a un número creciente de niños y adolescentes para quienes la atención en salud mental es particularmente importante para evitar futuras complicaciones psicológicas.

En Diffa, Níger, al otro lado de la frontera, hemos brindado servicios de salud mental desde julio de 2015. Allí, nuestro equipo comparte preocupaciones similares. Debido al conflicto y a las difíciles condiciones de vida, las personas viven en un estado constante de inseguridad y angustia. Vemos a muchos pacientes con síntomas de depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático. Los adultos pueden sentir culpa, o tienen baja autoestima y se aíslan. Los niños pueden mostrar un comportamiento regresivo, mientras que los adolescentes adoptan comportamientos de riesgo como el abuso de drogas y alcohol.

“Ser forzado a huir y después establecerse en un nuevo entorno sin saber por cuánto tiempo, es muy desestabilizador. Las personas que se enfrentan al exilio pierden todos sus hitos físicos, sociales y materiales. Necesitan reconstruir sus vidas desde cero y aprender todo de nuevo”, explica Yacouba Harouna, un psicólogo nigeriano que trabaja en Diffa. Lograrlo es un trabajo duro para el que las personas necesitan apoyo psicosocial.

La luz al final del túnel

Muchos ex pescadores o pastores orginarios de las islas del Lago Chad llegaron a Diffa. Estaban acostumbrados a estar entre los líderes económicos, contaban con influencia social y política. Pero ahora que han sido desplazados, luchan por encontrar formas de sobrellevar la situación, deben aprender a ganarse la vida a través de pequeños negocios o pedirles a sus hijos que trabajen para evitar que la familia no pueda alimentarse.

“Mientras las personas se movilizan, también comienzan a encontrar los mecanismos de adaptación adecuados para recuperar sus rutinas y una sensación de control en sus vidas“, dice Ana-Maria Tijerino, nuestra especialista de psicología en Ginebra. “No es perfecto, y tampoco es lo mismo que antes, pero esta es la resiliencia que estamos buscando en muchas de estas comunidades”.

En Diffa, nuestros equipos han adoptado un enfoque comunitario para identificar y abordar mejor las necesidades de salud mental de las personas a quienes brindan apoyo, en particular con los jóvenes. Los trabajadores comunitarios de salud mental visitan regularmente espacios comunitarios, como campos para personas internamente desplazadas, puntos de agua y escuelas, para buscar a niños y adolescentes que necesitan atención.

Dependiendo de su edad y sus problemas de salud mental, los pacientes son referidos a clases de psicoestimulación (dibujo, baile, narración de historias, etcétera), a consultas familiares o a sesiones grupales de conversación. Los trabajadores comunitarios también organizan sesiones educativas para padres, otros educadores y líderes comunitarios para fortalecer su capacidad para identificar señales de advertencia en los jóvenes.

En el norte de Camerún, proporcionamos atención de salud mental para pacientes que se recuperan de lesiones, y también para niños con desnutrición. Aunque no es cierto que los niños tengan más probabilidades de desnutrición si sus cuidadores (generalmente sus madres) padecen una enfermedad mental, una vez que se han atendido las necesidades de salud mental, las mejoras en la salud del niño se notan más rápidamente.

Nuestros equipos de salud mental trabajan para reforzar los lazos entre el niño y su cuidador, fomentando sesiones de psicoestimulación para abordar las consecuencias sobre el desarrollo que provoca la desnutrición. A los cuidadores también se les ofrece un espacio seguro para hablar sobre sus preocupaciones y síntomas, pues muchos de ellos también han sido víctimas del conflicto.

En Mora, en el norte de Camerún, nuestros psicólogos han escuchado a muchas mujeres hablar sobre el miedo que sienten. Temen dormir dentro de un lugar, después de haber pasado muchas noches durmiendo en la selva con sus hijos, ocultándose de los ataques nocturnos y encendiendo las luces durante la noche, después de pasar noches sin hacer ningún ruido o movimiento. El tipo de apoyo que estas mujeres están recibiendo ahora puede tener un impacto directo en las relaciones que establecen con sus hijos.

Trabajamos en la región del Lago Chad desde el comienzo del conflicto en Nigeria en 2009, y nos trasladamos a otros lugares en los países vecinos cuando el conflicto se extendió en 2014.

En 2017, gestionamos alrededor de 25 proyectos en la región del Lago Chad, con más de 150 empleados internacionales y 2.000 empleados nacionales, entre quienes se incluyen médicos, enfermeras, psicólogos y asesores.

Nuestros equipos realizaron 400.000 consultas ambulatorias en el noreste de Nigeria, 300.000 en el área de Diffa, en Níger; y 82.000 en el norte de Camerún. Sin embargo, muchas personas continúan en espacios temporales e inseguros, como los campos en Nigeria, donde no pueden movilizarse o adoptar mecanismos para hacer frente a la situación, o en áreas a las que no podemos acceder por razones de seguridad.



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