La vacuna de la COVID-19 es solo una capa más de protección: urgen medidas para evitar otra gran tragedia en las residencias de mayores
Published On: 5 de January de 2021 :: 6:19 pm

La vacuna de la COVID-19 es solo una capa más de protección: urgen medidas para evitar otra gran tragedia en las residencias de mayores

La vacuna de la COVID-19 es solo una capa más de protección: urgen medidas para evitar otra gran tragedia en las residencias de mayores

Las residencias de mayores siguen sufriendo brotes de Covid-19 con demasiada frecuencia. Desde el inicio de la desescalada (23 de junio), se han producido 1.430 brotes, con un total de 25.710 casos: es decir, el 17% de los casos producidos por brotes desde la desescalada se han dado en residencias[1]. En España, más del 6% de la población total de residentes en estos centros ha fallecido a causa de la COVID-19 o con síntomas compatibles[2].

Según el ‘Informe del Grupo de Trabajo COVID-19 y residencias’, en España, el coronavirus ha dejado en las residencias de mayores 20.268 víctimas mortales hasta el 23 de junio (en la primera ola).[3] Ese mismo informe indica que, aunque aún no es posible establecer de forma consistente la proporción de fallecimientos por COVID-19 en residencias sobre el total de fallecimientos, es plausible un rango de entre el 47% y el 50% en la primera ola. Desde el 23 de junio, no hay datos oficiales confirmados por el Ministerio de Sanidad de fallecimientos en residencias por COVID-19. Pero podemos mencionar la información de las comunidades autónomas recopilada por RTVE: según estas fuentes, hasta el 21 de diciembre de 2020, 24.575 mayores con COVID-19 o síntomas similares habrían fallecido en residencias.[4] Según esta misma fuente, este colectivo representaría el 48,3% de las muertes totales por coronavirus notificadas por el Ministerio de Sanidad en ese periodo.

La experiencia de la primera ola

Aunque las informaciones sobre la aprobación paulatina de varias vacunas son alentadoras, es probable que los programas de vacunación tarden entre tres y seis meses en implementarse y es muy posible que aún estemos lejos de la inmunización de grupo. Tampoco está claro cuán efectivas pueden ser las diferentes vacunas en términos de porcentaje de reducción de la transmisión. En definitiva, la vacunación es solo una capa más en la estrategia de protección de las personas mayores en las residencias.[5]Por ello, es imprescindible que todos los actores implicados en la respuesta a la pandemia asuman sus responsabilidades y trabajen de forma coordinada. Durante nuestro trabajo en primera línea en la primera ola, recogimos información sobre la situación de las residencias y, desde agosto, estamos realizando un seguimiento de su evolución. Gracias a ambos componentes, realizamos una serie de recomendaciones ampliamente aplicables para orientar y apoyar a los actores implicados en la respuesta.

En el plano organizativo, deberían considerarse las siguientes opciones:

  • Asegurar el acceso rápido a información y recursos de fácil uso en forma de guías, orientaciones y procedimientos sobre la prevención y control de la COVID-19. Huelga decir que el personal sanitario y sociosanitario debe tener acceso rápido y simplificado a equipos de protección individual (EPI) adecuados, de calidad y en cantidad suficiente.
  • Reclutar y preparar a personal de refuerzo en previsión de una posible falta de recursos humanos.
  • Establecer procedimientos claros y rigurosos sobre el manejo de pacientes sintomáticos.
  • Garantizar que tanto residentes como personal reciben apoyo psicosocial si lo necesitan.
  • Designar en cada residencia una figura de referencia que apoye e impulse la aplicación de las medidas de prevención y control de infecciones (PCI) e identificar a personas clave en cada área para casos de emergencia.
  • Adaptar las medidas de protección a los residentes con deficiencias cognitivas velando por preservar su dignidad.

Con el fin de minimizar el riesgo de transmisión de la COVID-19 en las residencias, deberían tomarse en consideración las siguientes medidas:

  • Dada la alta rotación de personal en las residencias, asegurar que los equipos o personas de referencia en materia de PCI están disponibles para dar apoyo técnico a la plantilla, de forma presencial o virtual.
  • Garantizar el acceso adecuado a los servicios médicos externos para salvaguardar la continuidad de la atención.
  • Asegurar la disponibilidad de pruebas de diagnóstico y de los medios necesarios para aislar a los pacientes confirmados o con sospecha de infección.
  • Minimizar las formas de contacto personal que constituyen un riesgo de transmisión, por ejemplo, asegurando la distancia física, utilizando mascarillas, ventilando adecuadamente durante los tiempos recomendados y habilitando espacios para la higiene de manos. Cualquier medida de distancia física debe ir acompañada de una acción que mitigue el riesgo de aislamiento y soledad de los residentes.
  • Proceder a la limpieza periódica, seguida de la desinfección, de las zonas comunes y las habitaciones de los residentes, especialmente de las superficies que se tocan con frecuencia.
  • Asegurar la ventilación de espacios, lo que también desempeña un papel fundamental en la prevención de las infecciones respiratorias.

Nos preocupa también que estas apremiantes necesidades técnicas pueden hacernos olvidar el elemento más importante: las personas, tanto las que viven en las residencias como las que allí trabajan. Cualquier acción que descuide la dimensión humana está destinada a fracasar.



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